La gestión del agua es probablemente uno de los asuntos que más pasiones despierta en España. Como en cualquier otro campo, sería deseable despojar al tema de su carácter emocional y tratar de buscar soluciones de consenso basadas en la evidencia científica y en una rigurosa evaluación de los costes y beneficios relevantes, incluyendo los de carácter medioambiental.
Esta entrada resume brevemente una nota de Fedea en la que se abordan dos cuestiones de interés muy relacionadas entre sí: el papel de los trasvases y el de los mercados de agua. En el trabajo no se pretende ofrecer soluciones cerradas a un asunto que es inherentemente complejo, sino poner sobre la mesa la necesidad de una discusión sosegada y racional del mismo.
Los trasvases son una práctica habitual, utilizada desde siempre en muchos países, incluyendo el nuestro, para redistribuir el agua disponible de una forma que se adapte mejor a las necesidades existentes. No hay ninguna razón lógica para renunciar por principios a esta herramienta sin un análisis cuidadoso de los costes y beneficios relevantes en cada caso. De entrada, además, hay margen más que suficiente para cubrir por esta vía los déficits hídricos existentes en determinados territorios peninsulares puesto que los ríos españoles vierten al mar, directamente o a través de Portugal, unos caudales muy superiores a los necesarios por motivos ecológicos o para cumplir los compromisos existentes con nuestro país vecino.
La segunda cuestión que se aborda en la nota tiene que ver con la introducción de mecanismos de mercado que permitan la compraventa de derechos de uso del agua, introduciendo así incentivos para su utilización eficiente y para el traslado de posibles excedentes a los usos y zonas donde puedan ser más productivos. En este ámbito es conocida la experiencia de California, que contrasta con la muy escasa aplicación de los “mercados” o “bancos” de agua contemplada en la regulación europea y española, excepto en algunos momentos de fuerte sequía. Con independencia de su nombre, lo importante es que estas instituciones permitan vender el agua sobrante tras cubrir las necesidades de sus concesionarios originales, generando así incentivos para su uso eficiente, lo que incluye su traslado a zonas deficitarias donde su valor económico es mayor. Aunque su potencial es enorme, el buen funcionamiento de estos mecanismos no está garantizado sin importantes actuaciones o mecanismos complementarios, incluyendo los registros de agua y los sistemas de medición.
En suma, es necesario abrir, sin prejuzgar el resultado, un amplio debate nacional sobre la posibilidad de invertir en nuevos trasvases y en la potenciación de los mecanismos de mercado para el intercambio de derechos de uso del agua. En ambos casos, sería necesario apoyarse en estudios cuidadosos de los costes y beneficios relevantes y de las experiencias internacionales más interesantes. En materia de costes, un punto natural de partida serían los estudios ya realizados sobre posibles interconexiones de cuencas para el Plan Hidrológico Nacional de 2001.
Referencias
Hervás, J. L. (2023). “Sobre la gestión del agua en España: dos cuestiones a considerar”. FEDEA, Colección Apuntes no. 2023-15, Madrid.