Los efectos sobre el bienestar de la transición energética hacia las cero emisiones netas

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La urgencia de la transición hacia una economía baja en carbono no puede subestimarse, especialmente a la luz de la creciente evidencia del cambio climático (IPCC, 2023). En línea con los objetivos establecidos en el Acuerdo de París (UNFCCC, 2015), la Agencia Internacional de la Energía (IEA, 2020) ha delineado un escenario normativo destinado a lograr Emisiones Netas Cero para el año 2050, con las economías avanzadas liderando este esfuerzo. Entre estas economías, los países de la UE, con sus políticas nacionales y comunes y sus planes nacionales de energía y clima coordinados (NECPs), están a la vanguardia de la descarbonización de sus economías. Los gobiernos nacionales cuentan con una variedad de políticas en sus estrategias para mitigar las emisiones de carbono, y su implementación debe basarse en los efectos macroeconómicos esperados y su impacto en el bienestar. La implementación efectiva de políticas económicas diseñadas para facilitar esta transición influirá de forma significativa en la dinámica macroeconómica de estas economías y, obviamente, no estará exenta de costes en el corto plazo.

En un reciente documento publicado en Fedea “Transitioning to Net-Zero: Macroeconomic Implications and Welfare Assessment” planteamos un modelo que nos permite estudiar las relaciones entre la tecnología, la política fiscal y las repercusiones macroeconómicas y de bienestar asociadas con la transición energética y con diferentes estrategias de mitigación de las emisiones de carbono. Como ilustración numérica, lo calibramos con datos de la economía española.

Hay varias formas en las que el progreso técnico puede contribuir a frenar las emisiones y que contemplamos en nuestro trabajo, como la reducción de las emisiones por unidad de producción de energía, la mejora de la eficiencia en el suministro de energía, o la reducción en el uso de energía por unidad de producción. Sin embargo, otro tipo de progreso técnico que favorece el crecimiento puede ir acompañado de un aumento de las emisiones, como la mejora en la productividad total de los factores. La combinación de estas diferentes fuentes de progreso técnico no será suficiente para garantizar la consecución del objetivo de cero emisiones netas.

Como medida complementaria al progreso técnico, los gobiernos deberían establecer estrategias proactivas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, tales como ofrecer subsidios para invertir en energía limpia, establecer objetivos para el crecimiento de los precios de los combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo), lo que supone de facto una penalización a su demanda, introducir impuestos a las emisiones, o implementar programas de comercio de derechos de emisión.

Con nuestro modelo, podemos simular el esfuerzo necesario para alcanzar el objetivo de emisiones netas cero bajo diferentes estrategias de mitigación y evaluar las consecuencias para el bienestar. En todas las estrategias de mitigación consideradas en nuestro estudio, el gobierno utiliza algún instrumento de política para lograr la reducción deseada de las emisiones bajo tres escenarios relacionados con el progreso técnico: el pesimista, en el que el progreso técnico que favorece la reducción de emisiones de carbono se ralentiza en un tercio, el escenario base, y el optimista, en el que el progreso técnico se acelera en un tercio.

Mantener o acelerar el ritmo de crecimiento de distintas modalidades de progreso técnico observado antes de la crisis del Covid es fundamental, ya que nuestro escenario base de continuación de la tendencia consistente con el modelo implica lograr casi un tercio del objetivo de reducción de emisiones para 2050. Sin embargo, la ralentización de la tasa de crecimiento del progreso técnico en un tercio, con respecto al observado entre 2010 y 2019, trasladaría en su mayor parte la carga de la reducción de emisiones a políticas costosas de mitigación.

De la comparación entre políticas destinadas a mitigar las emisiones de carbono, y de una misma política a través del tiempo, podemos destacar los siguientes mensajes:

  • Las políticas muy concentradas al principio del periodo (front-loaded) pueden resultar efectivas para alcanzar el objetivo intermedio del Green Deal 2030, aunque resultan insuficientes para cumplir con el objetivo de NZE para 2050, al menos sin un aumento sustancial en el coste en términos de bienestar.
  • Los subsidios a la inversión verde requieren más tiempo para generar una reducción significativa en las emisiones en comparación con otras políticas.
  • A diferencia de otras políticas de mitigación, subsidiar la inversión verde conlleva un aumento en la intensidad energética por unidad de producción debido al gran desarrollo en la producción de energía verde.
  • De todas las políticas consideradas, el aumento en los precios de los combustibles fósiles para desincentivar su uso conlleva los mayores costes en términos de bienestar tanto en la transición a 2050 como en el largo plazo.
  • Los impuestos a las emisiones emergen como la política más preferible en términos de bienestar durante la transición a 2050.
  • Los subsidios a la inversión verde generan ganancias sustanciales en el bienestar a muy largo plazo, incluso sin una política de reducción de emisiones coordinada entre economías que consiga reducir la tendencia creciente en la temperatura.
  • Reasignar ingresos de impuestos al carbono hacia subsidios a la inversión verde genera el efecto de bienestar más equilibrado entre el corto y largo plazo, pero se pierde un margen fiscal para redistribuir renta a favor de los hogares más perjudicados por la transición energética.

Centrándonos en el impuesto sobre el carbono, distinguimos entre una política no coordinada a nivel internacional, donde España lleva a cabo su política medioambiental mientras el resto del mundo mantiene las emisiones al nivel de 2019, y la coordinación a nivel internacional, escenario en el que suponemos que la economía mundial reduce las emisiones al mismo ritmo que España. Encontramos que un aumento lineal en el mismo, hasta alcanzar los 227€ por tonelada de carbono emitido en 2050, lograría la reducción de emisiones necesaria para cumplir el objetivo de cero emisiones netas (Gráfico 1). La pérdida promedio de bienestar de un escenario de no coordinación resultante de esta política durante el periodo de transición es relativamente reducida, de -0.44% en términos de consumo equivalente desde 2019 hasta 2050. Sin embargo, en el muy largo plazo que cubre el período desde 2019 hasta 2200 la pérdida de bienestar media aumentaría a -19% en términos de consumo equivalente (Cuadro 1).

Gráfico 1. Trayectoria dinámica de las emisiones tras un aumento lineal en el impuesto al carbono. Escenario base y escenario base con política (eje izquierdo). Impuesto (eje derecho)
Cuadro 1. Efectos medios sobre el bienestar (consumo equivalente) y la temperatura (grados Celsius sobre los niveles preindustriales) con coordinación y sin coordinación a nivel internacional en las políticas de mitigación de emisiones.

Como sería esperable debido a la tendencia creciente en los impuestos a las emisiones, los efectos negativos en el bienestar son crecientes en el tiempo y muy persistentes, cuando España lleva a cabo su política de forma aislada, extendiéndose mucho más allá del año 2050 (Gráfico 2). Para ese año, el escenario de referencia registraría una pérdida puntual de bienestar que superaría los 1.5 puntos porcentuales (pp) en consumo equivalente. El análisis de robustez demuestra, sin embargo, que el coste en términos de bienestar asociado con la transición hacia las cero emisiones netas sigue siendo manejable en una amplia gama de supuestos sobre el comportamiento de la economía (Cuadro 2).

Gráfico 2. Evolución del bienestar. Estrategia coordinada a nivel mundial vs no coordinada
Cuadro 2. Cambios en el bienestar e impuestos al carbono ante distintos supuestos sobre el funcionamiento de la economía española.

En ausencia de una estrategia coordinada de mitigación de las emisiones a nivel internacional se proyecta que la temperatura media del planeta aumentara en 1.8 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para el año 2050 y en más de 3.5 grados Celsius para el año 2200. Sin embargo, en un escenario coordinado donde la economía mundial redujera las emisiones en la misma proporción que la economía española en su transición hasta el objetivo de NZE, la temperatura se mantendría por debajo de 1.5 grados Celsius para el año 2050 y volvería a niveles casi preindustriales para el año 2200 (Gráfico 3).

Gráfico 3. Evolución de la temperatura media del planeta (sobre los niveles pre-industriales) en un escenario de coordinación y no coordinación.

El impacto positivo en el bienestar de una política coordinada a nivel mundial es muy evidente, aunque tarda varios decenios en materializarse. A largo plazo, el bienestar promedio podría aumentar en más del 50% en términos de consumo equivalente entre 2019 y 2200, a medida que la economía mundial evita los daños del cambio climático (Cuadro 1 y Gráfico 2).

Referencias

International Energy Agency (IEA) (2020): Net Zero by 2050: A Roadmap for the Global Energy Sector. IEA.

IPCC (2023): Climate Change 2023 Synthesis Report Summary for Policymakers.

United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) (2015): Paris Agreement. United Nations.

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